JUGAR, PREGUNTAR, APRENDER

El juego como derecho, la recuperación de espacios fuera del aula y el lugar de las preguntas en el proceso de aprendizaje, fueron algunas de las cuestiones que conversamos con Daniela Sposato y con Myrian Ferrari, docentes y directivas en Jardines de La Matanza. “La infancia es ese estado continuo de preguntarse, de ir en busca de la exploración, y los adultos queremos dar siempre respuestas”.

 Por Florencia Riccheri

 

Utopías en Movimiento: Estamos con Daniela y con Myrian, que trabajan en el Nivel Inicial, en La Matanza, y van a compartir experiencias que vienen desarrollando en sus Jardines.

Daniela Sposato: Soy Vicedirectora del Jardín 926 de Ciudad Evita, y soy Profesora de Educación Física. Trabajo en el Nivel hace ya bastante tiempo y hace tres años en el Equipo de Conducción. Nos conocemos con Myrian desde el espacio de la Agrupación Celeste. A partir del debate, hace unos años construimos entre compañeras la imposición de un nuevo diseño curricular para el Nivel, nos dimos el espacio de encuentro dentro de la agrupación y conformamos la Comisión del Nivel Inicial en la Agrupación.

A partir de esto pudimos empezar a conocer experiencias de diferentes Jardines, poder encontrarnos para compartir esas experiencias y potenciar los proyectos en La Matanza, que es muy extensa en territorio, pero que tiene problemáticas similares, aunque algunos estemos más cerca de la General Paz y otros de Cañuelas. A partir de esto nos empezamos a juntar, con el fin común de poder pensar mejores Jardines para las infancias. Y también, esperando ya este año, para poder debatir el nuevo diseño curricular del Nivel Inicial. Sabemos que se está elaborando una consulta, queremos ser parte de esto, y por eso también la Agrupación Celeste está disputando y construyendo una propuesta para poder volver a nuestro sindicato, para conducir el sindicato en La Matanza, en un Movimiento de Unidad Docente que lleva muchas compañeras del Nivel Inicial para poder dar este debate y para poder construir no solo un sindicato mejor, sino mejores Jardines en cada uno de nuestros lugares.

Myrian Ferrari: Soy Directora desde el año 2015 de los Jardines 1015 y 1023 de La Matanza. También soy –como Daniela- Profesora de Educación Física, y al ser titular pude tomar cargo directivo, ya hace tiempo. Como dice Dani, pudimos empezar a ver al Nivel Inicial en toda su plenitud, y en la gestión que me tocó a mí lo que queremos es justamente que nadie quede afuera del Nivel Inicial, que todos los niños tengan derecho a estar dentro de los Jardines de Infantes. Hemos empezado a ver cuál podía ser la mejor organización en los dos Jardines para que nadie quede afuera y que todos los niños sean tratados con una educación lo más respetuosa posible de las diferentes niñeces.

Y por eso hemos modificado algunas cuestiones. En nuestros Jardines, tanto el 1015 como el 1023, están organizadas las ocho secciones en multiedad, donde hay niños de 3, de 4 y de 5 años, con un modo de trabajo que es multipropuesta, donde siempre hay más de una propuesta para hacer. Lo que buscamos con esto es que se puedan respetar los tiempos de aprendizaje de cada niño y de cada niña, y también poder potenciar lo que ellos son capaces de hacer. Nunca perder el rol de enseñante del docente, pero desde ese posicionamiento poder armar mejores entornos de desarrollo y de aprendizaje.

Lo vamos logrando, hemos tenido proyectos de inclusión de más de 16 inclusiones por año en algún Jardín, el 1015 especialmente. Y con el 1023 hemos logrado aprovechar al máximo la multiculturalidad, que también favorece en este caso cuando es el trabajo en multiedad, a aquellos niños que tienen una cultura de un lenguaje guaraní, por ejemplo; llegan y no hablan mucho castellano, pero al encontrar niños más grandes que ya hablan, de 5 años, van intercambiando sus lenguajes. También aparece más un entorno donde los más grandes saben el uso de un libro, y un niño de 3 lo va mirando, lo va copiando y va aprendiendo, por esa admiración y eso que siente por el niño más grande.

La verdad es que creemos que se hacen andamiajes que permiten un trabajo de inclusión mucho más flexible, porque hay diferentes agrupamientos. Creo que eso es lo que nos caracteriza por un lado a las dos instituciones. Y después tenemos, a partir de 2018, un trabajo fuerte en lo que es la conciencia ciudadana, y en cuanto a los derechos del niño, los entornos cuidados; y ahí empezamos a pensar también en la alimentación de estos niños.

Arrancamos en 2018 con un proyecto de huerta, después se fue ampliando, en la pandemia, con las huertas a las familias. Y después, cuando volvimos y vimos los Jardines un poco descuidados, un poco como que faltaba algo, se repintaron todos los juegos y se empezaron a interrogar los espacios, espacios donde por ahí había basura en la entrada, o cerca del Jardín, empezar junto con la Ley de Educación Ambiental, de la mano con el proyecto, a pensar el derecho del niño a jugar en espacios cuidados, en espacios pensados para que ellos puedan disfrutar.

En eso estamos trabajando, y este año vamos a ver si podemos concluir con flores, colores y colibríes, a ver si podemos dejar el Jardín más lindo.

 

“Tenemos un trabajo fuerte en conciencia ciudadana, y en cuanto a los derechos del niño, los entornos cuidados; y también empezamos a pensar en la alimentación de estos niños”

 

UEM: ¿Cómo fue la vuelta a la presencialidad plena y cuidada?

Daniela: En principio fue con mucha alegría de todos lados. Las familias estaban muy contentas de poder estar de nuevo en el Jardín, todas, porque nos veníamos encontrando el año pasado, pero no era lo mismo, y creo que este año se notó una alegría, tanto de las maestras, del equipo y de las familias. De hecho, son comunidades que en general si uno tiene una propuesta para que participen, participan, pero ahora se quedan muchas más, muchas familias se quedaron a pintar los juegos o a pintar el cantero de las flores.

Nosotros el año pasado, en esta vuelta, el arenero no lo íbamos a usar, entonces transformamos nuestro arenero en un vivero, que tuvo caléndulas el año pasado, que se entregaron en el Día de la Familia. Y también el año pasado plantamos unas semillas de luffa, que es una esponja vegetal, y este año nos encontramos, después de todo el verano, que la luffa, que se va trenzando como la calabaza, estaba por todo el vivero, y ya hay unos frutos muy grandes. Es una gran alegría ver este proceso con los niños y con los papás.

Hicimos el inicio, este año, con el plantado de una salvia guaranítica, también pensando en que vengan los colibríes al Jardín. Tenemos una y ahora plantamos otra.

Myrian: Sí, se van a acercar los colibríes. Nosotros tenemos un lugar donde estaban los tubos del gas (ahora tenemos gas natural) y es un espacio que quedó ahí como que no hay nada. Entonces queremos ver si armamos como una glorieta. Lo que a vos te pasó con esponjas, a nosotros nos pasó con los zapallos. Tenemos un montón de zapallos de la huerta, ¡así que el viernes se viene el puré mixto!

Daniela: Y también pensar el ambiente desde otro lugar, porque estaba muy instalado lo de la basura, que el barrio está sucio, y encontrarnos que en el mismo lugar donde creíamos que estaba todo sucio, podía crecer una flor, podía crecer algo que podemos comer, algo que podemos compartir, fue diferente.

No dejamos de trabajar en la problemática de los residuos, de hecho, en el Jardín tenemos una cooperativa, y la presidenta de la cooperadora es una mamá que integra una organización social que hace reciclado de residuo urbano. Entonces, ella retira todo el residuo seco y se lo lleva a la cooperativa. No dejamos de trabajar con la basura, pero pudimos poner el foco en que el ambiente no es solo la basura, lo sucio y lo que está mal, sino que en el ambiente se puede disfrutar, puede estar lo bello, y seguramente en esto la pandemia nos ayudó a cambiar la mirada.

Myrian: Estamos trabajando sobre esa conciencia planetaria, ese cuidado que con mínimas cosas todos podemos hacer aportes. Los chicos ya tiraban lo que es orgánico, ya se llevaban las cáscaras de las frutas a la huerta para el compos. Ya hay como un círculo que se fue armando en estos años que venimos con esto. Van los chicos mismos y les muestran a los más chiquitos cómo se hace. Y eso está muy bueno.

Además, las familias empezaron a pensar. Surgieron preguntas en las reuniones de familias: ¿cómo son los fondos de las casas o las veredas?, ¿es algo agradable a la vista para nuestros niños?, ¿es el lugar donde queremos que jueguen nuestros hijos? A partir de ahí empezamos a ver que esto traspasa la puerta del Jardín. La idea es lograr que llegue a las casas.

UEM: Vos planteabas, Myrian, la cuestión del derecho de las niñeces, de los derechos en cuanto al ambiente, en cuanto al espacio que habitan. Y en ese aspecto, qué importante es la cuestión del trabajo con la comunidad. ¿Cómo organizan el trabajo con las familias?

Myrian: Ahora, en el período de inicio, las familias que se quedan siempre tienen una tarea para hacer, sacar un yuyito, una plantita. Y después nosotros solemos hacer, desde 2016, encuentros de familias. Como mínimo hacemos tres encuentros por año, aunque con la pandemia sostuvimos dos virtuales, el tercero no llegamos a hacerlo. Tienen que ver con crianza y con ESI. En esos encuentros vamos mechando todos estos temas también, que son importantes.

Este año tenemos como meta recuperar la infancia. Y digo recuperar la infancia porque creemos y sostenemos que la infancia no solo tiene que ver con el tiempo de niñez. Hablamos de una infancia que perdura más allá del tiempo de niñez, y tenemos adultos que no han jugado. Vemos que tenemos muchos padres que no han jugado, entonces no saben cómo jugar con sus niños. Y este año nos propusimos recuperar la infancia, y con esto de los encuentros de familias, queremos también tocar por ese lado, recuperar la infancia en el adulto, para poder contagiar un poquito a los chicos también, porque hemos notado que, si no se enseña a jugar, a veces cuesta jugar.

 

“Vemos que tenemos muchos padres que no han jugado, entonces no saben cómo jugar con sus niños”

 

UEM: El juego como derecho…

Myrian: El juego como derecho y, además, como decía Daniela, replantear el posicionamiento del juego como contenido en el Nivel Inicial. Eso es muy importante, más allá de que sabemos que un niño juega, es importante que haya un adulto que acompañe, que sea algo que de algún modo se enseñe, se transmita de generación en generación.

UEM: Vos comentabas, Daniela, que habían formado una Comisión de Inicial. ¿Cómo fue eso, cómo funciona?

Daniela: Vos sabés que en La Matanza el Nivel Inicial está muy fuerte, hay mucha historia en el Nivel. Y cuando surgió el cambio en el diseño curricular, rápidamente las compañeras se empezaron a juntar, a ver qué sucedía, por qué no estaba el juego dentro del diseño, qué cosas obstaculizaba este nuevo diseño. Más allá de las cuestiones técnicas, lo que nos preocupaba es que una compañera recién recibida viene y tiene que planificar con este diseño, que le faltan orientaciones didácticas, que le falta fundamento a cada una de las propuestas que nosotros llevamos a cabo en el Jardín.

Por ese motivo nos empezamos a reunir. Primero, mucha lectura, fueron grupos de lectura, de escritura. El diseño ya estaba, nadie nos había consultado y el diseño ya estaba, entonces había que ver cómo andamiar a las compañeras para que puedan trabajar de la mejor manera con un diseño que no acompañaba a las prácticas.

Pudimos generar dos encuentros masivos, multitudinarios, uno en la Escuela Marechal, que es la escuela de arte de acá, y otro en uno de los Institutos de Formación de La Matanza, en los que hubo propuestas de talleres, vinieron más de 600 compañeras, las compañeras se anotaban y participaban de talleres de juego, de literatura, de ESI, escenarios lúdicos. Esto es importante, porque cuando hablamos de los adultos que no juegan, a veces esos adultos somos las maestras, entonces el espacio de encuentro para jugar también lo necesitamos las maestras. Esos encuentros tuvieron que ver con eso, con poder jugar, con poder poner el cuerpo, con poder poner la palabra en clave pedagógica.

Y a partir de eso se conformó la Comisión. Somos un montón de compañeras que nos reunimos para pensar qué queremos para el Nivel Inicial. Muchas veces coinciden los proyectos de los Jardines de La Matanza, porque estamos muy vinculadas, la Agrupación está muy presente en lo pedagógico del Nivel, entonces los proyectos se comparten.

El proyecto de mariposas, todo lo que tuvo que ver con Plantar Memoria, que en el nivel inicial el año pasado fue muy fuerte, y este año en la mayoría de los jardines continúa, habitando espacios no solo dentro del Jardín, sino también compartiéndolo con la secundaria y la primaria cercanas. La Comisión nutre pedagógicamente a los Jardines de La Matanza, y esperamos no ser ya una comisión de una agrupación, sino poder discutir dentro del sindicato después de las elecciones del SUTEBA del 11 de mayo, cómo construir mejores Jardines.

 

“Más allá de que sabemos que un niño juega, es importante que haya un adulto que acompañe, que sea algo que de algún modo se enseñe, se transmita de generación en generación”

 

UEM: En esto que decís vos, del derecho al juego de lxs adultxs, que nos involucra también a lxs docentes, y ni que hablar de otros niveles, como esa fractura que ocurre a veces en el pasaje de nivel inicial a nivel primario, como si el juego no formara parte de la enseñanza y el aprendizaje. Esa frase que dice “Al Jardín vas a jugar, pero en la primaria se estudia”.

Daniela: Cuando Myrian decía de interrogar los espacios, nosotros también iniciamos así, creo que tuvo que ver con un lineamiento de la Dirección, pero pienso muchas veces en la primaria, que es muy complejo a veces interrogar esos espacios o esos modos en que está construido el espacio, por el mobiliario, por un montón de cuestiones que lo dificulta aún más. Pero creo que fue clave para nosotros este año iniciar haciendo una recorrida por el Jardín interrogándonos sobre los espacios: ¿qué hacemos con este tronco que está acá? Este lugar es un espacio de lectura en el parque del Jardín; cortamos los troncos, armamos una ronda y surgió un nuevo espacio. Pero si uno no se hace el hábito de recorrer la escuela juntos, de recorrer el Jardín juntos para ver qué otra cosa puede suceder ahí, nos quedamos con esta imagen que decía yo de “ahí hay solo basura…”

 

“El momento de la infancia es el momento de hacer preguntas. Si los adultos no perdemos eso, siempre vamos a estar dispuestos a aprender más”

 

Hablar de la Escuela como espacio social requiere de la observación de las zonas donde se establecen relaciones, se plantean conflictos o se disputa el sentido de los espacios. Un espacio social escolar supone diversos aspectos.

El espacio diseñado (o prescripto) para los distintos actores educativos y para las interacciones escolares cuyo diseño arquitectónico, su distribución y prescripciones. Sin embargo este espacio supone apropiaciones, oportunidades donde los sujetos se apropian y deciden, experimentan se apropian y deciden acerca del uso e identidades que lo transforman en espacio recorrido. A partir de allí múltiples experiencias subjetivas dan paso al espacio representado donde aparecen los significados que los actores que recorren un espacio le otorgan al mismo, a sus zonas o regiones, además de los posibles significados y sentidos que se le atribuyen a esos espacios por actores que ni siquiera los recorren Resulta clave observar y analizar aquí las cercanías y distancias, los encuentros y desencuentros, las continuidades y rupturas entre los tres aspectos del espacio considerado.

 

UEM: El espacio como espacio producido, no solo diseñado…

Myrian: Claro, dar valor a lo que tenemos, porque de hecho por ahí tenés un árbol, y lo tuviste siempre… En el 1015 hay una fila de árboles hermosos y usamos un montón ese espacio de sombra; en el 1023 tenemos tres árboles que para nosotros son fabulosos. La pandemia ayudó seguramente para eso, si bien es algo que venimos trabajando hace mucho. ¿Por qué pensar el espacio de aprendizaje solo dentro del aula? A veces decimos “tengo muchas mesas”. Y bueno, saquemos las mesas y pongámoslas en otro espacio, si molestan. Tenemos que poder reinventar esos espacios, y muchas veces tenemos cosas que pasan desapercibidas; poder mirar lo que tenemos y darle un valor que no le habíamos dado antes. Y eso te lleva a apreciar la naturaleza, los pajaritos, lo que suceda en ese entorno, y es maravilloso para los chicos.

El otro día tuvimos un encuentro en La Plata, al que fuimos algunos jardines de La Matanza, y estuvimos haciendo una hermosa caminata filosófica, recorrimos un espacio verde precioso. Y creo que eso es buenísimo que podamos hacerlo con los chicos, caminar y poder ver lo que tenemos alrededor.

Tratamos de ver más preguntas que respuestas a veces, porque creemos que eso es lo que va guiando a que cada niño tenga su propio concepto de las cosas, guiado por el saber del docente, pero donde una pregunta lleva a otra pregunta. Y creo que el espacio que tuvimos allá es eso. Darnos cuenta que a veces el docente se preocupa mucho por dar respuestas, y en realidad tiene que pensar cómo generan los niños más preguntas, que sean capaces de interpelar, que sean capaces de ir más allá.

Y ese es el momento de la infancia, el momento de hacer preguntas. Si los adultos no perdemos eso, siempre vamos a estar dispuestos a aprender más. Recuperar el concepto de escuela como tiempo libre, porque si no hay un tiempo libre que nos permita crear, que nos permita entrar en los interrogantes, es difícil armar conceptos propios. Entonces, que la escuela sea eso, que tenga un tiempo libre que permita entrar en el interrogante, en el momento creativo.

 

“¿Por qué pensar el espacio de aprendizaje solo dentro del aula?”

 

UEM: Eso es un poco la filosofía, esa mirada de extrañeza…Me recuerda el Programa de Filosofía para niños.

Daniela: Claro, se trata de reconstruir una comunidad filosófica, una comunidad que indague y a partir de la indagación pueda crear y producir. Ese es el camino.

Myrian: Lo más valioso es respetar la infancia. La niñez con infancia (porque hay mucha niñez sin infancia, lamentablemente) los adultos no tenemos que dejar que muera. Porque la infancia es ese estado continuo de preguntarse, de ir en busca de la exploración, y los adultos a veces queremos dar todas ¡respuestas, respuestas, respuestas!, y ahí empezamos a (sin querer) matar esta infancia. Y es todo un ejercicio para nosotros. Siempre pensamos que es una obligación dar respuestas, y abstenernos de la respuesta y pensar una pregunta que los lleve a ellos a otra pregunta, es todo un ejercicio, y para eso hay que capacitarse.

“..la aceleración toma también a la niñez, y nos hallamos ante el insólito desafío de recuperar el tiempo infantil para devolverlo a la niñez. Y esto implica cierto ejercicio de escurrirse de otros tiempos que buscan imponerse, de rescatar el tiempo infantil de cierta maraña de texturas que empañan su figura.” Skliar, 2021