TEJIENDO REDES PARA SOSTENER EL VÍNCULO

Docentes de escuelas primarias de La Matanza y de Brandsen nos cuentan del trabajo colectivo, solidario y amoroso que llevaron adelante para llegar con sus propuestas pedagógicas y construir una escuela de puertas abiertas hacia alumnxs y familias. Balance del 2020 y expectativas para este año.

Utopías en Movimiento: Este encuentro reúne a tres docentes de primaria -una inspectora, una vicedirectora y una maestra de La Matanza- con una integrante del Equipo de Orientación Escolar –E.O.E.- de una primaria de Brandsen. Vamos a pedirles que nos sitúen brevemente dónde están ubicadas las escuelas.

Andrea: La escuela donde estoy ejerciendo el cargo de vicedirectora está ubicada en Villa Luzuriaga, en el límite con Isidro Casanova, partido de La Matanza. Es de jornada completa. El año pasado estaba en una escuela de jornada simple como maestra de grado en Isidro Casanova y otra en Lomas del Mirador, también en La Matanza.

Elena: Yo era directora de la EP 71 de Villa Luzuriaga. A mediados del 2020 se produce mi ascenso jerárquico al cargo de inspectora y tomé el área 1, conformada por las localidades de Ramos Mejía y el Centro de San Justo. Una población bastante diversa y con cierta conflictividad, independientemente del imaginario social que hay en relación a las diferentes localidades del distrito de La Matanza. La experiencia se caracteriza por su diversidad, no solo por las características idiosincráticas de las escuelas, sino además por las comunidades que habitan esas escuelas, que no necesariamente se circunscriben geográficamente al centro de Ramos Mejía o al centro de San Justo, sino que son escuelas con población definida por una lógica del puesto de trabajo de lxs adultxs responsables de esxs niñxs, así que no necesariamente nuestrxs alumnxs viven en la localidad en que se educan.

Virginia: Mi escuela es la EP 3, Juan Bautista Alberdi y se encuentra en Jeppener, localidad del partido de Brandsen. Es la única escuela en la localidad, muchas familias viven en el campo. Un amplio abanico de realidades para poder trabajar con las familias.

Noelia: Yo trabajé el año pasado y trabajo este año como maestra en dos escuelas en Villa Luzuriaga, partido de La Matanza. A la escuela de la mañana concurren chicxs del barrio en su mayoría, pero en la escuela que estoy a la tarde, que está a 2 cuadras, la comunidad en su mayoría no habita cerca de la escuela, y hay realidades muy diferentes. Hay mucha heterogeneidad en cuanto a las posibilidades de las familias a la hora de sostener su participación en una propuesta en la virtualidad.

UEM: Me gustaría que cuenten cómo se organizaron para enseñar en época de pandemia

Virginia: No fue una tarea fácil, fue complicada. Yo formé pareja pedagógica con una docente muy abierta que me permitió trabajar par a par con ella, así que para mí fue un gusto trabajar con Sole, con lxs alumnxs de primer año. Ellxs venían del jardín, no tenían los hábitos de escuela y fue muy complejo. Tuvimos esas dos o tres semanas de clases presenciales y después vino la virtualidad por la pandemia, y ahí empezar a ver cómo íbamos a trabajar. Nos organizamos y hacíamos videos, aprendimos a hacer videos, a usar la tecnología, tuvimos que hacer un montón de cosas que escapaban a nuestros conocimientos, pero le pusimos muchas ganas y me siento re orgullosa de pertenecer a la escuela de Jeppener. Porque, así como Soledad, la maestra de primero trabajó codo a codo conmigo, las otras docentes también, y formamos un buen equipo, lo cual dio resultados en las familias que nos acompañaron y nos acompañan. Fue muy bueno, por ejemplo el Día de la Bandera, las casas tenían las banderas que los chicos habían hecho, las colgaban en las ventanas, en la tranquera. Fueron momentos muy lindos, aunque fue difícil trabajar.

Andrea: Sí, creo que el año pasado apenas se presentó la pandemia el desafío fue empezar a pensar ¿de qué manera la escuela se empezaba a integrar con los hogares de los alumnos y alumnas?, cómo llegar al hogar, interrumpir, también desde nuestro lugar íntimo, la sala, el comedor, el día a día, empezar a combinar esas cosas. Lo primero que empezamos a hacer fue buscar esos alumnos y alumnas. Hasta ese día teníamos 2 o 3 teléfonos, empezamos a buscar, pensar en hermanos, hermanas, primos, la familia, vecinos, a ver a quién conocemos para poder reconectarlos. Al principio eran 15 días, y pensamos propuestas, actividades para esas dos semanas. Y después fueron 15 días más. Y después un mes y dos meses… Si bien esto del equipo de trabajo en la escuela es algo que uno intenta que se lleve a la práctica, esta vez la realidad nos obligó a que esa práctica se lleve adelante. El trabajo en equipo: el equipo docente, el equipo directivo y el equipo de orientación escolar pensar juntos y juntas las propuestas, la manera de llegar a las familias que se nos habían desconectado, pensar estrategias distintas, las que no funcionaban a unos les funcionaban a otros, distintas miradas y empezar a comunicarnos con la maestra o maestro de al lado y decir, a esa familia qué le está pasando, vos te pudiste comunicar, vos no. Creo que la realidad nos obligó a tener que llevar a la práctica lo que siempre decíamos desde la teoría. Fuimos pasando de este tiempo de inestabilidad y no saber, hasta empezar a proyectar y buscar las mejores herramientas sabiendo que había una prolongación en el tiempo que uno iba a tener que determinar estrategias y algunas formas de que el aprendizaje ocurra, porque no es solamente seguir conectadxs, sino que el aprendizaje tiene que ocurrir. Cómo hacemos para que eso pase. Empezamos a plantearnos las distintas estrategias pedagógicas y didácticas, a pensar distintas formas de llegar: herramientas tecnológicas, formato papel, hasta ir a las casas de los alumnos y alumnas, todas las estrategias.

”La dimensión colectiva del trabajo escolar se va constituyendo en un proceso de construcción dialéctica, en el cual una variedad de acciones compartidas dan lugar a nuevos significados que, a su vez, favorecen el desarrollo de nuevas experiencias que son de grupo, deliberativas, solidarias, cooperativas.
….no es imprescindible ser muchos, sino tomar conciencia; que no se puede “esperar que aparezca” sino que hay que construir la posibilidad”
Vilma Pantolini, 2003.
Elena: Yo me sumo un poco a lo que estaban diciendo Virginia y Andrea. Me parece que la escuela ha logrado ponerse en movimiento. La escuela, no la entelequia, esta cosa de la escuela indefinida, sino que todxs nos tuvimos que poner en movimiento para garantizar la trayectoria de los y las estudiantes en este tiempo inicial de suspensión que luego se fue prolongando y nos obligó a redefinir muchas de las propuestas de trabajo y mucha de la organización de la propuesta didáctica. Eso sufrió muchísimos cambios o muchísimas cuestiones en términos de profundización, porque también en lo pedagógico hemos avanzado mucho, pero antes de entrar más en lo pedagógico, quiero sumar a lo que decía Andrea en términos de cuán valioso fue este tiempo para pensarnos definitivamente como un colectivo. Cuánto aportó en la construcción de un saber que necesariamente nos implica y dejamos de sentirnos profes aislados, maestrxs aislados, auxiliares aislados y equipos de conducción aislados.

TEJIENDO REDES
Empezamos a ver que el único modo que teníamos de sostener no solo el vínculo pedagógico de lxs estudiantes sino además nuestro propio vínculo institucional en términos de la identidad de las escuelas, necesariamente nos obligaba a un pensar que es colectivo, colaborativo, cooperativo, solidario y amoroso y en ese sentido todxs tuvimos que empezar a tejer redes de sostén que nos permitieran involucrarnos y quedarnos adentro. Porque en el camino, lamentablemente hemos perdido un montón de compañeras y compañeros docentes, profes, auxiliares, familiares propios y de las comunidades en que trabajamos. Entonces, algo del sostén de lo vincular, de lo pedagógico, de lo socio comunitario, se tenía que tejer para sentirnos parte de algo que se estaba construyendo, pero sobre la base de un recorrido que la escuela tiene como institución. Enclavada en la lógica de las sociedades, comunidades y los propios barrios. Eso ha sido un aporte valioso que nos dio la pandemia, que nos ofreció, que visibilizó la pandemia pero que ahora tenemos el desafío de sostenerlo, de resignificarlo cuando se vuelva a la presencialidad y dejamos de pensarnos como el maestro adentro del aula con definiciones individuales, personales y disruptivas de la lógica institucional.

Me parece que esta construcción colectiva se pudo ver a partir de la definición del bienio 2020-2021, que obligó a lxs maestrxs en esta transición de pensar una trayectoria integral de lxs pibxs a sentarse a ver qué paso realmente y que no sea solo ese encuentro de febrero, donde nos pasábamos listas o pequeños datos de información, se empezó a ver realmente qué había pasado en términos de la trayectoria, que había pasado en términos del aprendizaje, y cuales habían sido los modos de vinculación real que los y las estudiantes habían tenido con la escuela, con lxs docentes, con su grupo de padres. Entonces me parece que eso ha sido fundamental para pensar la escuela de hoy y la del futuro, y algo de lo que decía Virginia también, haber entrado en las casas.

UEM: Cuando volvamos a la presencialidad, a la que sea, a la posible, cuidando la vida por sobre todas las cosas, no volvemos a la misma escuela, ¿no? Es como si hubiéramos desarmado la escuela y estamos inventando nuevos modos de habitarla, potenciando algunos que quizás ya estaban. Nunca se hizo tan evidente, nunca se vivió tan en carne propia como ahora el principio de corresponsabilidad entre la escuela, la familia y el Estado. Este vinculo amoroso. Vos, Noelia, como maestra de grado, ¿cómo lo viviste?

Noelia: Yo las escuchaba y pienso esto que decís. La escuela se desarmó y se volvió a armar. Creo que es la primera vez que yo, como docente, logro traspasar e involucrarme con cada unx de lxs alumnxs y con cada una de las familias a ver cuál es la realidad, cuales son los horarios, qué es lo que pasa, qué dispositivo pueden usar, qué plataforma, adaptarnos a lo que cada familia puede y necesita. Si bien es un trabajo que unx siempre hace e intenta hacer, el año pasado fue la primera vez que conectamos de una manera diferente: traspasamos horarios, lugares, siempre buscando vincular a los y las alumnos con la escuela, no perder el vínculo. Creo que Andre lo comentaba también, más allá del trabajo virtual, tuvimos el trabajo en formato papel, encontrándonos con las familias en la escuela, sabiendo qué les pasa, la realidad de cada una, entonces fue un vínculo diferente, más fuerte. En la escuela en la que estoy a la mañana, trabajo hace muchos años y este año continúo con lxs mismxs alumnxs y nos agarró diferentes. Había otro armado, ya no estábamos improvisados como el año pasado que nos agarró de golpe y no sabíamos por dónde empezar. Este año ya estaba todo pensado, ya teníamos el Classroom, estaba modificada la forma de planificación, porque las actividades las tuvimos que cambiar, las formas de enseñar también porque los tiempos no son los mismos, y se nota el vínculo. Si bien es difícil enseñar y traspasar una pantalla y tener clases a través de una pantalla, el vínculo no es el mismo que el año pasado, es mucho mas fuerte, esta todo mucho mas acotado con lxs chicxs y las familias. Hay un cambio profundo en la escuela, con docentes, entre compañerxs, por esta forma de trabajar en equipo y con las familias y entre familias y docentes.

La escuela: el lugar

Andrea: Mientras escuchaba a las chicas, y a Virginia, pensaba en este anclaje de la escuela, cómo la escuela es la representación del Estado en el barrio. Porque lo que nos pasó el año pasado fue que la escuela era este lugar donde podía recurrir la familia, ante cualquier situación y cualquier ausencia, y cualquier necesidad podía consultar en la escuela, con la maestra o el directivo, porque no había otro lugar donde consultar, y el anclaje territorial que tiene la escuela, la importancia que tiene en el barrio el año pasado cobró una dimensión distinta por lo menos para los que estamos adentro de la escuela. Por ahí en el trajín de la presencialidad unx no se va dando cuenta y acá te dabas cuenta que la familia no tenía adónde llamar. El lugar donde lo escuchaban o donde podían orientarlo para cualquier cosa era la escuela. La escuela tejiendo redes de contención para la comunidad y fortaleciendo los vínculos con las familias. Cuando la familia no venía a la escuela, la escuela poder ir hacia la familia.

Virginia: Eso fue recontra importante, porque no solamente se trabajó con los que tenían conectividad, sino que se salió a las casas y se llevó en formato papel el trabajo, explicando, manteniendo las distancias, los protocolos. Y las familias vieron esto, que la escuela salía. Y eso marcó un antes y un después en esta mirada de parte de las familias hacia la escuela.

UEM: ¿Qué experiencia pedagógico didáctica elegirían para contar?

Andrea: Nosotrxs el año pasado nos planteamos una forma de trabajo donde no nos centrábamos tanto en los contenidos de los conceptos, sino en los modos de aprender y de enseñar. Entonces, lo que hicimos fue elegir distintas temáticas. Cada grado elegía una temática y se armaron proyectos integrados por todas las áreas. Por ejemplo, en 6º grado trabajamos el partido de La Matanza y trabajamos matemática con los números, la Cuenca Matanza Riachuelo, trabajamos algo de lectura, prácticas del lenguaje, el proceso histórico de Juan Manuel de Rosas, trabajamos distintas áreas completamente integradas hasta llegar a la elaboración de un proyecto. Trabajamos con plástica, conocimos a un muralista matancero, hicimos entrevistas a través de Meet, video llamadas. Poder pensar un proyecto, donde todas las áreas se integren, y poder pensar desde plástica, hacer una entrevista a un muralista, y pensar la Cuenca Matanza Riachuelo. Hicieron todas las preguntas que tenían que hacer al encargado de la parte de residuos de Acumar. Cuando fuimos trabajando cada una de las temáticas pensábamos a quién entrevistar, cómo trabajar y cuál puede ser ese producto final. Y la verdad que fue muy gratificante.

UEM: ¿Y cuál fue ese producto final?

Andrea: Ellxs elaboraron todos los bocetos de murales en la escuela que tenían que ver con la integración de esto, de pensar el barrio, de pensar La Matanza y el cuidado de la Cuenca Matanza Riachuelo. Y habían salido unos bocetos hermosos, porque en realidad trabajaron el muralismo desde plástica, pero trabajaron también el cuidado del ambiente, de su espacio y las características de La Matanza. Salieron unos bocetos muy lindos que este año se iban a plasmar en la pared de la escuela.

UEM: Noelia, ¿alguna experiencia de las que realizaste o tenés pensadas para este año?

Noelia: Yo el año pasado tenía segundo, niñxs que habían tenido 1ro en la presencialidad, pero aún no estaban alfabetizadxs. A la mañana tenía 5to y a la tarde 2do. Finalizar el año leyendo todxs un cuento, que todxs pudieran leer, fue para mí emocionante escucharlxs a través de una pantalla, ver que terminaron todxs leyendo.
Cuando hablaba Andre, recordaba que a la mañana nosotrxs realizamos un diario que se llamaba el “Diario de la cuarentena”. El producto final de ese proyecto era un libro, una especie de diario íntimo que escribíamos los viernes. Así como está la lectura por placer también está la escritura por placer. No era todos los viernes, tal vez cada 15 días o un viernes por mes donde ellxs empezaron a volcar información personal, sobre gustos, preferencias canciones, películas. Y después estaba también trabajado desde la ESI, con textos, cuentos, historias y fuimos realizando la escritura colaborativa, era un 5to grado, el producto final de esto era un libro que quedara como recuerdo de la etapa vivida, el 5to grado hecho en cuarentena. Y en algunas entregas de mercadería, en donde nosotras nos acercábamos a la escuela, las familias los iban trayendo, esto es un material que queda para ellxs. Pero los iban trayendo para que los podamos ver, compartir. La idea era exponerlo en algún momento, a fin de año, en alguna muestra, pero no volvimos el año pasado a la presencialidad. Yo tengo el mismo grado este año y lo llevaron a la escuela este año, así que los pudimos compartir, ver, y es una memoria.

UEM: ¿Y cómo fue encontrarse este año? Este momento donde llevaron esos diarios, donde se reencontraron, lo imagino como un momento muy fuerte, emotivo…

Noelia: Sí, es un momento muy fuerte. Yo este mismo curso lo tuve en 1er grado. El año pasado estábamos esperando este reencuentro de vernos en 5to grado, y nos pudimos ver muy poco desde la presencialidad y este año fue muy fuerte el encuentro. Ellxs egresan de la primaria, con todas las emociones que eso conlleva, es el último año que están juntxs y la verdad fue muy fuerte encontrarnos de a grupos, que ellxs pregunten por lxs compañerxs que no veían de hace un año, verlxs con las camperas de egresados, y no poder abrazarlxs, verlxs simplemente y aprender a entender emociones y sentimientos a través de las miradas. Aprender a leer lo que estaban queriendo decir con las miradas. Los primeros días estaban muy calladxs y después se fueron soltando, cuando trajeron los diarios, los fueron leyendo, mostrando, la verdad que fue muy emocionante volver a verlxs.

“El mayor desafío que tuvimos como equipo de conducción fue reconocer que la brecha digital nos había atravesado como institución”

UEM: Vos comentabas del 2° año, y sé que Virginia también trabaja bastante con alfabetización…

Virginia: Sí, y el año pasado trabajamos cuentos tradicionales con lxs chicxs de 2do, y la familia leía, mandaba los audios a los grupos. Después ellxs mismxs podían hacer… en lugar de reescribir lo narraban y cambiaban los personajes. Este año estamos reescribiendo, escribiendo en papel.

UEM: Elena, vos que el año pasado eras directora, ¿cómo era conducir la escuela, este equipo de trabajo?

Elena: En principio, complejo. Era como un debut generalizado, había pocas experiencias de un trabajo en el marco de la virtualidad, más allá de la situación en el orden de lo personal, que algunxs compañerxs habían transitado espacios formativos en la virtualidad, pero eso los ubicaba también en el lugar de formadorxs de esxs niñxs y había que comenzar a pensar en un sujeto que empezábamos a ver por una pantalla. Cuando lo asincrónico se apoderó de la realidad escolar fue todo un desafío. Yo creo que, inicialmente, el mayor desafío que tuvimos como equipo de conducción fue reconocer que la brecha digital nos había atravesado como institución.

No solo a lxs estudiantes, sino que además lxs docentes tenían ciertas cuestiones en relación al vínculo con lo digital. Desde no tener un dispositivo, porque tuvimos muchísimxs compañerxs con lxs que tuvimos que pensar como propuesta entregarles las netbooks que teníamos en las escuelas, y poder ofrecer hasta un dispositivo para garantizar la conectividad de nuestrxs propixs compañerxs, desde no sentirse amigable con el recurso, y esto a veces tenía que ver con la poca formación en el ámbito de lo digital, pero también con mucho reparo en relación al uso de la imagen. Yo he tenido situaciones con compañerxs que decían “yo no quiero mostrar mi cara”, y mostraban las manos para explicar una actividad. Cosa que a unx le parecía una locura, porque si hay algo que intentábamos construir era que lo primordial y el sentido de ese momento, de pensar una propuesta sincrónica, tenía que ver con sostener el vínculo y eso implicaba que todxs lxs alumnxs tenían que verte. O pensar una clase con un tutorial de YouTube, por ejemplo. Que vos decís, ¿no lo podías explicar vos? Pero ellxs lo pensaban como recurso superador, no sé si se entiende.

En esto de ofrecer lo mejor, no podían identificar que lo mejor para la construcción pedagógica era ponerse ellxs en el lugar de formadorxs y construir ellxs también el lugar de la autoridad pedagógica que tenían adentro del aula. No lo podían ver. Entonces un paso inicial fue fortalecer a los compañeros y compañeras, tanto maestrxs como profesorxs, que podían ser sostenedorxs también en ese espacio de una propuesta pedagógica real, concisa, fuerte, con potencia. Había que estar verbalizando todo el tiempo eso. Teníamos reuniones casi cada 48 horas, nos teníamos que juntar, no solo porque había que compartir qué les pasaba a nuestrxs estudiantes, sino a nuestrxs propixs compañerxs en ese encuentro con lxs estudiantes en la virtualidad.

Yo creo que un primer desafío fue identificar la brecha, identificar las cuestiones en términos de desconocimientos, si se quiere, de reconocer que evidentemente hay una carencia, tanto en la formación inicial, como en la formación continua en relación al uso de la tecnología, y que más allá de la oferta, también hay una resistencia de muchxs compañerxs a tomar eso como un saber que implica un valor agregado, para hoy estar desempeñándose dentro de las escuelas. Ese fue el primer gran desafío. Y después, en términos de la propuesta pedagógica, lo vuelvo a decir, porque realmente ha sido así, el mayor desafío que tuvimos como equipo de conducción fue reconocer que el aporte de todxs era valioso. Esto que decía Andrea, cuando pensábamos en una propuesta de geometría, también pensábamos en una propuesta que estaba atravesada por las artes, por la educación física, y que eso también podía traducirse en una propuesta de juegos o en un cuento en prácticas del lenguaje, y que los contenidos no son transversales solo desde lo declarativo, sino que además teníamos que transformar eso en una propuesta real que los atravesara literal y que pudieran pensarlo en colectivo, verse todos involucrados en eso.

UEM: Algo que ustedes traen a esta charla es todo lo que aprendimos en el 2020. Una de las cosas fue ese reconocimiento de lo que no sabíamos, tratar de amigarnos con la tecnología y las herramientas, y el piso desde el cual arrancamos 2021, sin lugar a dudas es un piso que nos ubica mucho más cerca del manejo de la herramienta, de las plataformas. Pero además de todo eso todavía hay un gran desafío, porque nosotrxs, cuando estábamos en el aula aquélla que habitábamos antes de la pandemia, sabíamos lo que queríamos que ocurra, sabíamos que en eso que pasaba se enseñaban también modos de estar con otrxs, se aprendía a partir del intercambio entre pares, todo eso que sucede en el salón y que vemos cuando estamos ahí en simultáneo. Entonces, ¿cómo es esto de enseñar a la distancia? Me refiero particularmente a la propuesta de enseñanza y al modo en que ocurren los aprendizajes, y tomo algo de lo que decía Andrea, “teníamos que ver que el aprendizaje ocurriera, no solo el vínculo, el contacto y demás”. Entonces, ¿qué cambios en cuanto a la enseñanza fueron o son necesarios para tratar de construir las condiciones para que ocurra aquello que sucede en el aula cuando estamos todxs juntxs?

Noelia: Yo creo que al igual que nosotrxs como docentes aprendimos a trabajar en grupo, en conjunto en estos tiempos, pasa lo mismo con lxs alumnxs. Las actividades apuntan a un trabajo colaborativo que tal vez no sucedía dentro del aula, esto de argumentar, confrontar, armar entre todxs, escribir, leer entre todxs. Tal vez el tiempo del aula en la presencialidad es otro, y a veces no hacemos hincapié en algunas actividades que hoy desde la virtualidad vemos que son mucho más productivas, el conocimiento construido entre todxs. Yo por lo menos veo ese cambio. Es posible en primer ciclo como en segundo ciclo construir el conocimiento entre todxs.

Andrea: La presencialidad a la que volvimos fue una presencialidad muy acotada. No son las 4 horas con todxs lxs alumnxs adentro del aula, todos los días. Entonces también fue necesario repensar estas propuestas pedagógicas que se hicieron en la presencialidad para estos grupos reducidos y un tiempo reducido. Y eso hizo también volver a tomar como eje de trabajo esta construcción colectiva dentro del aula. Así fue que decidimos que todo lo que no sucediera dentro del aula, podía suceder en casa. Por ahí escribir, reescribir, sentarse con el cuaderno, toda esa construcción colectiva que no podía darse el año pasado y que era fundamental primero para escucharse, construir, pero también para hacer una evaluación de por dónde vamos y hacia dónde vamos.

Entonces, tratamos de aprovechar esos momentos al máximo; exprimir al máximo esos encuentros en simultáneo creo que fue un aprendizaje que nos quedó. Y hoy, el desafío de esta no presencialidad, por lo menos de la que tenemos nosotros acá, tiene que ver con cómo llegamos y vinculamos a esos alumnos y alumnas que por suerte este año pudimos ver y transitar un tiempo de presencialidad que nos permitió conocerlxs, saber con quién tenemos que tener una particular atención, y hasta poder generar algunos encuentros en la escuela, acotados, para entrega de materiales y poder explicarles en ese momento a lxs alumnxs, a la familia, poder tener ese intercambio, porque sin ese intercambio hay mucho que se pierde, de la mirada nuestra y de la construcción.

“La escuela es la semilla para poder pensar en chicos y chicas que tengan herramientas para poder transformar el mundo”

UEM: Como para ir cerrando este encuentro, a partir de esta experiencia 2020 y de la que vamos transitando ahora en 2021, ¿cómo ven en perspectiva el desarrollo del año?, y ¿qué es lo más positivo para ustedes en medio de tanto dolor y tanto sufrimiento que ha habido en esta pandemia? Andrea, vos este año estás como vice, así que por ahí podés comentar desde este nuevo puesto de trabajo en el que estás…

Andrea: Es difícil hablar de expectativas cuando todo se va sucediendo. Por lo menos el año pasado lo que nos sucedió era esto, lo inesperado, no esperar nada, porque todo es inesperado. Pero bueno, la expectativa es esto, creo que lo que vimos positivo, lo que pudimos sacar para ponerlo este año, esto de pensar la escuela como la escuela donde se producen los aprendizajes en cualquier contexto, de pensar una escuela donde somos un equipo de trabajo, pensando en los chicos y chicas, pensando en sus familias, en la comunidad, en las redes que podemos tejer, pensando en la preponderancia que tiene la escuela pública en cada uno de los barrios del conurbano, de toda la provincia y toda la Argentina. Cuestionarnos cómo hacer de ese espacio un espacio mejor, donde se den estos objetivos de manera cada vez más concreta. Entonces transformarla en un lugar donde el equipo de trabajo pueda pensar de manera colaborativa cada una de las estrategias, un lugar donde se dé el aprendizaje, que es lo que se tiene que dar, que es lo que es la escuela, la semilla para poder pensar en chicos y chicas que tengan herramientas para poder transformar el mundo.

Noelia: A esto que dice Andre yo le sumo, una escuela de puertas abiertas. Esa sería mi expectativa, que podamos continuar este vínculo que pudimos establecer con las familias y lxs alumnxs y que la escuela, aun volviendo a la presencialidad, continúe esta relación con las familias. Que sea un lugar de encuentro, de puertas abiertas

Virginia: Totalmente de acuerdo con lo que dicen las chicas. La escuela de puertas abiertas, y nosotros tenemos las herramientas para brindarles a nuestros alumnos y alumnas. Creo que nos hemos descubierto, que es lo que tenemos adentro, estas ganas de enseñar al otro, de poder compartir, y esto se vivencia mucho en este tiempo. Estamos recontra preparadas para seguir trabajando con nuestros alumnos y alumnas.

Elena: Yo me sumo, suscribo a todo lo que decían las compañeras, me parece que estamos mucho más fortalecidxs, y creo que hoy lo que nos tiene que movilizar es seguir convocando a todxs a recentrar la enseñanza nuevamente, a volver a esa centralidad y a esa función enseñante que tiene la escuela, no perderlo de vista, y en ese sentido, que cada una de nuestras acciones e intervenciones esté en línea para que eso se concrete, se materialice, que en cada encuentro haya situación de enseñanza y de aprendizaje. Si eso lo podemos conseguir, aun con profundizaciones, debates, reflexiones propias, individuales y colectivas, me parece que es un camino que tenemos allanado y que vamos a poder ver los resultados en nuestrxs estudiantes.

Francesco Tonucci presentó ocho propuestas de #MeQuedoEnCasa que dan la posibilidad de escuchar a los niños y niñas, hacer cosas con ellos y compartir las tareas de la casa convirtiendo la casa en una escuela, o para hacer una escuela casera o la escuela en casa.

• Escuchar las opiniones, los sentimientos, las emociones, los miedos y las propuestas de los niños y niñas.

• Considerar la casa como taller. Conocer cómo funciona la electricidad, el agua, la lavadora, etc.

• Hacer cosas juntos, hacer una muñeca de trapo, un puzzle, etc.

• Convertir la cocina como un taller de ciencias. Cocinar juntos. Escribir recetas.

• Escribir la propia historia personal a través de las fotos familiares.

• Leer un periódico con ellxs un día a la semana y comentarlo.

• Proponer que escriban un diario de la cuarentena en el que puedan escribir lo que quieran, lo que sienten.

• Leer a lxs niñxs en voz alta, elegir un libro durante media hora diaria.